Por qué el PNV no apoya con claridad el referéndum catalán

A nadie ha sorprendido especialmente el apoyo presencial de Arnaldo Otegi al referéndum catalán pero sí que resulta más chocante la timidez con la que el PNV observa esta iniciativa. Al margen de que no sea un tema estrictamente vasco, el posicionamiento jeltzale tiene muchas explicaciones.


1. El actual Gobierno catalán no tiene una buena relación con el PNV. Basta recordar que ERC, auténtico eje de la Generalitat, fue socio de Eusko Alkartasuna en contiendas electorales. PNV y CiU nunca llegaron a plantear candidaturas conjuntas solo plantearon candidaturas conjuntas en una ocasión (2004). Por no hablar de los desplantes de Miquel Roca durante la negociación de la Constitución.

2. Los anteriores gobiernos catalanes tampoco han tenido una relación extraordinaria con el vasco. Pese a que siempre ha habido muchos temas en los que podían haberse alineado por tener intereses conjuntos, la Generalitat ha actuado separadamente de manera continua. Quedan para los anales de la historia el rechazo catalán a adoptar un sistema de concierto económico como el de las diputaciones forales o la reciente denuncia de las tarifas eléctricas que supuestamente benefician a las empresas de Euskadi.

3. El PNV mantiene acuerdos con PSE y PP, dos partidos que se oponen al referéndum. Desconocemos lo que se ha firmado en secreto, pero es muy probable que el Gobierno central haya exigido al PNV un distanciamiento respecto a Cataluña a cambio del no cuestionamiento del Concierto económico.

4. El pragmatismo del PNV le ha llevado generalmente a posiciones de no ruptura con el Estado. Urkullu mostró desde el primer momento que su prioridad iba a ser la mejora de la economía, lo que de alguna manera se enfrentaba a reivindicaciones de corte más ideológico. Cataluña navega actualmente en otra dirección bien distinta e incompatible con la anterior.

5. Las distancias geográficas, culturales y económicas entre Euskadi y Cataluña son hoy en día enormes. Pese a que ha habido intentos puntuales de acortarlas, tarea en la que se ejercitó especialmente Josu Jon Imaz, que debe su nombramiento en Repsol precisamente a una compañía catalana como La Caixa, el eje del Ebro que iba a unir a ambas regiones con epicentro en Zaragoza nunca se ha hecho realidad. Cataluña no ha sabido tejer buenas relaciones con sus vecinos ni con Euskadi. El AVE quizás una un día Euskadi con Madrid, pero no parece haber excesivo interés en que lo haga con Zaragoza, porque en Vitoria-Gasteiz siempre ha existido la sensación de que los catalanes dan poco y piden mucho.

6. El PNV sabe qué dificultades «técnicas» plantean los preparativos de un referéndum de autodeterminación. Ibarretxe fue, de hecho, el primero que lo intentó. En Sabin Etxea nadie se cree realmente que el plebiscito se pueda llegar a realizar con unas mínimas condiciones «de calidad». Su apuesta es que todo se frenará la víspera o que se celebrará pero con cierto aire de chapuza. Y hacer las cosas mal solo para hacer ruido no casa bien con el carácter vasco.

7. Las relaciones internacionales del PNV, mucho más consolidadas que las de los actuales partidos catalanes, no recomiendan una apuesta tan arriesgada como la catalana. Sin duda alguna, los socios europeos, y especialmente los alemanes, del partido vasco han pedido prudencia máxima.

8. Lo que Cataluña ambiciona realmente a corto plazo, que no es algo muy distinto del actual Concierto vasco, Euskadi ya lo tiene. ¿De qué serviría tomar riesgos en beneficio de otros sin conseguir nada a cambio? La política, no lo olvidemos, es como el ajedrez. No se debe sacrificar un peón si eso no encaja dentro de una estrategia más amplia.

9. El PNV ha conseguido que sus miembros no se pringuen en asuntos graves de corrupción. No ha sido el caso de los gobernantes de Cataluña, como bien es sabido. Es verdad que los servicios secretos (del Estado) han podido jugar un papel importante en esta dicotomía, pero también es cierto que, una vez más, la prudencia aconseja no mezclarse mucho con quien te puede manchar.

10. ETA todavía no se ha disuelto. Y es cierto que siendo su principal reivindicación algo similar a lo que está sucediendo en Cataluña, la mancha etarra sigue marcando las cartas en Euskadi y limitando, por tanto, movimientos en esa línea.

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