Los empresarios y directivos de Zayer se merecen todo el cariño del mundo

Ser empresario es muy duro y por eso puedo comprender perfectamente que, en medio de una crisis bestial, los responsables de Zayer vendieran a cualquier interesado en sus productos sin hacer demasiadas preguntas. Por eso me cuesta comprender que 100 policías (¡sí 100!) hayan tenido que irrumpir, metralleta en mano, en sus instalaciones, como si fueran la guarida de Bin Laden, y llevarse detenidas a seis personas que probablemente son moral y éticamente como cualquiera de nosotros.