Las mentiras de ArcelorMittal

arcelorEn el enfado del Gobierno Vasco por el cierre de las plantas de ArcelorMittal en Sestao y Zumarraga hay algo de teatro, como en casi todo lo que hacen los políticos, pero también un comprensible hartazgo con una empresa que ya ha mentido demasiadas veces. Engañó a los trabajadores de la fábrica guipuzcoana con promesas de futuro si se bajaban los sueldos y lo hizo al Ejecutivo de Vitoria-Gasteiz con una supuesta apuesta por Euskadi que incluía incluso un centro tecnológico del acero.


Han pasado los años y lo único que parece cierto es que ArcelorMittal refuerza sus plantas asturianas y que, en general, invierte en esta región mientras abandona progresivamente el País Vasco. ¿Cuáles son las razones? Todo huele a política. Hay que recordar que, salvo las guipuzcoanas, las plantas que la firma de Luxemburgo tiene en Euskadi tienen su origen en capital público.

Una profunda reconversión industrial permitió la gestación de Aceralia, una empresa 100% pública que se fusionaría con acerías de Francia y el Benelux para dar lugar a Arcelor, compañía posteriormente absorbida por el multimillonario indio Lakshmi Mittal. En medio, una fusión con José María Aristrain, originario de Zumarraga Olaberria y cuyos herederos, pese a tener una participación muy significativa de ArcelorMittal, no han pestañeado a la hora de reducir las inversiones en la fábrica situada en su ciudad natal de la antigua Esteban Orbegozo.

Por otro lado, la Acería Compacta de Bizkaia, la ACB, actual ArcelorMittal Sestao, un proyecto gestado desde las instituciones central y autonómica con capital privado y bancario. Una operación emblemática y ejemplar, pero también de riesgo, en donde el esfuerzo de todos a través del capital público de Socade jugó un papel fundamental. Digamos que es como si mañana una multinacional comprara Euskaltel y tratara de cerrar su centro de trabajo de Zamudio.

Hay que recordar que la ACB fue semi-pública hasta hace apenas diez años. Kutxabank y el Gobierno de Vitoria-Gasteiz se resistían a salir del capital por miedo a que ArcelorMittal jugara a sus anchas con la auténtica joya de la corona del acero vasco. Muy desencaminados no andaban. Patxi López vendió lo que restaba a cambio de una serie de compromisos de inversión que incluían un flamante centro tecnológico a instalar en Sestao tras una inversión de 100 millones de euros.

Tal y como imaginábamos, esta frasecita de la nota de prensa en la que se anunciaba el centro tecnológico de Sestao era puro humo:

El centro de I+D de Sestao impulsará el sector del acero World-class, medioambiental y energéticamente sostenible, y de referencia a nivel mundial por basarse en la innovación rupturista y el conocimiento avanzado, y en el trabajo colaborativo en red, lo que fortalecerá la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Nada se ha sabido de todas estas promesas. Se ha incumplido hasta lo más básico, que es mantener la planta abierta hasta abril de 2016, compromiso supuestamente puesto por escrito. Espero que alguien se planteara en su día esta posibilidad y lo añadiera al contrato que Patxi López y Gonzalo Urquijo firman en la foto, en cuyo caso, lo que procede ahora es la incautación de la ACB para que su explotación vuelva a estar en manos vascas.

ArcelorMittal juega con sus fábricas como si fueran piezas de un inhumano tablero de ajedrez. Aprovechando su control de la comercialización, ha convertido a las cadenas de producción, con su carga de trabajadores, en un elemento de negociación con gobiernos a cambio de dios se sabe qué tipo de privilegios. No podemos ni imaginarnos lo que la multinacional ha obtenido a cambio de desinvertir en el País Vasco y llevarse la producción a otros lares. Dudo que sea una cuestión meramente económica. Ya expliqué hace un año que quienes realmente mandan ahora en Euskadi ya no son los políticos sino empresas como ésta.

El presidente de ArcelorMittal España y artífice de estos desaguisados es Gonzalo Urquijo Fernández de Araoz, primo segundo (comparte abuelo, el primer marqués de Amurrio) del arquitecto que realizó las famosas reformas de la sede del PP que cobró en billetes de 500 euros. Empezó en Aristrain y desde ahí pasó a Arcelor, donde pese a sus antepasados alaveses, siempre ha mantenido unas relaciones tensas con Euskadi. Coincide que hace un par de meses ha sido nombrado consejero de Vocento, el grupo de medios propietario de El Correo y Diario Vasco, dos periódicos que paradójicamente critican estos días el cierre de acerías en Euskadi.

(Añadido el 23.03.16) José María Aristrain no nació en Zumarraga. El que lo hizo ahí fue Esteban Orbegozo, fundador de la empresa cuya fábrica está siendo cerrada por ArcelorMittal. Aunque de origen navarro, Aristrain nació en Argentina y emigró joven a Ordizia. Abrió su primera planta de acero en 1955 en la cercana localidad de Olaberria, donde nacería su hijo José María Aristrain de la Cruz, actual accionista significativo de ArcelorMittal (tiene un 2% del capital, según Forbes, y llegó a tener el 3,5%). La familia mantiene su casa de Ordizia, aunque Aristrain reside entre Madrid y Suiza.

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