Euskal Encounter 2017: bodas de plata y perspectivas de futuro

La vigesimoquinta edición de la Euskal Encounter en el B.E.C. de Bizkaia llega a su fin, una vez más, cumpliendo las expectativas generadas por un historial de crecimiento sostenido desde mediados de la década de los 90: más de 5.000 puestos de ordenador, 8.000 asistentes, 50.000 visitantes y numerosas actividades, conferencias y charlas en el Open Gune. El resto de las cifras -ancho de banda, tráfico de datos, dinero repartido en premios, etc.- están ahí. Me remito a las noticias publicadas en los medios y en los órganos de prensa de los patrocinadores.

La Euskal Encounter, similar a otras concentraciones que se celebran en diversos países de Europa, suele ser un escaparate de las últimas novedades tecnológicas, en este caso los drones y algunos productos de realidad virtual plenamente operativos y listos para salir al mercado. Sin embargo, la característica más importante del evento sigue siendo aquello que mejor lo distingue desde la balconada de acceso al pabellón: una enorme agrupación de usuarios ante filas interminables de monitores que relucen en la penumbra del recinto, gente joven por todas partes, frikis del ordenador -algunos de ellos en pijama- y un murmullo de fondo similar al ruido blanco de las fuentes de alimentación. Indudablemente la Euskal es, antes que cualquier otra cosa, un fenómeno de masas. Por eso interesa tanto: no solo a los propios asistentes, sino también a sus patrocinadores, a las instituciones y a los medios que informan sobre ello.

Llegados a este punto, tras un crecimiento sostenido y la ocupación de todo el espacio que ofrece el pabellón, se plantean algunos interrogantes inevitables: ¿Cómo va a seguir? ¿Se aprovechará hasta el último centçimetro cuadrado para instalar nuevos puestos, o se habilitarán dos pabellones para alojar las futuras ediciones de la Euskal Encounter? Esto permitiría un mayor espacio para instalar nuevos puestos de ordenador y facilitar el movimiento de los usuarios, y también para más actividades adicionales, pero el ambiente ya no sería el mismo. También dispararía los costes.

En cualquier caso, es evidente que con los niveles de éxito alcanzados se llega a un punto de inflexión. En futuras ediciones de la Euskal deberán decidirse no solo cuestiones relativas a ampliación o numerus clausus, sino a la estrategia y la filosofía del evento. Además del esfuerzo de imaginación e innovación que requiere una tarea como esta, con toda seguridad los patrocinadores, que son quienes ponen la infraestructura y el dinero, harán valer su criterio de un modo decisivo.

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