El producto español tiene posibilidades en Internet

Los market places no están precisamente de moda entre los inversores, pero uno dedicado a la venta y promoción de marcas españolas puede ser una buena idea. No me refiero a vinos, jamones, aceite de oliva o turrones, de los que existe una amplia oferta en numerosos portales y sitios on line, sino a artículos más sofisticados, de esos que incorporan un valor añadido y un esfuerzo industrial considerables, con características tecnológicas avanzadas y éxito en el mercado, de los cuales a veces, tras haberlos estado comprando durante años, la gente se sorprende de lo cerca que está de nosotros la fábrica.

Aparte del sector alimentario, es un hecho conocido que España elabora artículos de variados tipos. Muchos de ellos tienen éxito en el mercado exterior, pero aquí no se los conoce por las razones de siempre: el tirón del made in Germany y la inveterada falta de talento comercial del español. Sin embargo, como la Puerta de Alcalá, ahí están, a la espera de que algún consumidor se fije en ellos y les de su voto adquisitivo: automoción, calzado, electrodomésticos, mueblería, textiles, material de oficina, relojes, bienes de equipo, servicios de ingeniería… incluso hay una marca española de tablets y teléfonos móviles, BQ, que se venden muy bien y tiene su sede en las Rozas, Madrid.

El momento es propicio por varias circunstancias: la economía española se está recuperando con brío de la crisis financiera del 2008 y los estragos del ladrillazo. Para este nuevo ciclo de prosperidad que según dicen comienza ahora, quienes diseñan la política económica del país quieren distanciarse del turismo, las industrias extractivas y otros sectores de bajo valor añadido. Ante todo se trata de diversificar actividad productiva y reindustrializar: nuevas tecnologías y una mayor competitividad. También es preciso superar el bache producido por la crisis secesionista catalana: la promoción de productos españoles en la red es una forma eficaz de contrarrestar la paranoia de los activistas reaccionarios que llaman al boicot.

No se puede dar el salto al mercado internacional si antes no se ha ganado la confianza del mercado interior. Un market place de marcas españolas sería un proyecto interesante no solo para el emprendedor que se atreva con él, sino también para su business angel, la aceleradora que lo aloje y los inversores de capital riesgo que lo apoyen. Las perspectivas de rentabilidad también serían apreciables: comisiones, publicidad on line, etc.

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