Bangalore: paraíso del software, infierno internauta

infosysSon las 10 de la mañana en Bangalore, en el Silicon Valley indio. Tras conducir su moto por los quince kilómetros que separan, entre baches y vacas sagradas, su casa de Electronics City -la Ciudad de la Electrónica-, Patel acaba de llegar a su mesa de trabajo en Infosys, la principal empresa de software de Bangalore. Inmediatamente, este ingeniero de 25 años enciende uno de los 1.000 terminales de la empresa y consulta su correo electrónico. ¡Tenemos que modificar un par de líneas!, comenta a sus dos compañeros de oficina después de leer el mensaje que le ha dejado Jim, su colega en la empresa canadiense Nortel, antes de acostarse.


Mientras los ingenieros duermen en Norteamérica, Patel y sus dos compañeros están desarrollando desde India, donde los salarios son tres veces inferiores, el programa que hará funcionar a unos nuevos conmutadores de Nortel. El correo electrónico, el teléfono y la videoconferencia son sus únicos enlaces con la empresa que les ha subcontratado y las dos partes utilizan Lotus Notes como plataforma informática común. El inglés, legado de los antiguos colonizadores británicos, es junto con el know-how informático indio, la mejor arma de los empleados de Infosys.

“Son una especie de extensión virtual del departamento informático de Nortel”, dice con una enorme sonrisa Narayana Murthy, el joven presidente de Infosys. Murthy, que es ya uno de los empresarios más admirados en India, fue pionero en la utilización de los satélites Indsat para, aprovechando los bajos salarios y la capacidad informática de los indios, crear en Bangalore lo que se han venido a denominar “centros offshore (a distancia) de desarrollo de software”.

Además de para Nortel, Infosys dispone de personal que trabaja exclusivamente para la telefónica AT&T y para la multinacional informática NCR. “La diferencia horaria entre América e India permite trabajar durante 24 horas, ya que los ingenieros de Infosys están en su oficina mientras los californianos utilizan sus camas, y viceversa. Además, el cliente puede controlar el desarrollo a cada minuto, realizar controles de calidad y comunicarse con los programadores y analistas como si estuvieran en el mismo sitio”, explica Murthy.

Desde 1991, cuando el gobierno indio decidió dar un cambio total a su economía y abrirla al exterior, el sector del software ha crecido a un ritmo del 60% todos los años hasta convertirse en uno de los principales productos exportados, con una facturación anual de más de 1.000 millones de dólares. Los indios, que ya entonces ocupaban la posición número uno entre los empleados de preferencia en el Silicon Valley californiano, consiguieron así parar el enorme flujo de emigración de sus bien formados ingenieros.

IBM, que había sido expulsada del país en los años setenta junto con Coca-Cola, por su negativa a compartir sus “secretos”, regresó al país. Ahora, se habla de fábricas de software y la patronal del sector, Nasscom, es uno de los lobbies más influyentes del país. El éxito ha llamado también la atención en los foros internacionales, que pretenden utilizar esta fórmula para desarrollar la economía de otros países del tercer mundo.

“La industria informática india es un ejemplo a seguir por su orientación exportadora y por la inversión extranjera que ha atraído. Ha realzado la imagen tecnológica y empresarial de India en el extranjero”, dice un informe del Banco Mundial. Sin embargo, esta corriente liberalista tiene una fuerte oposición dentro de India, donde todavía hay gente que busca una explicación del éxito de la industria del software en el cerebro de los hindúes, que inventaron el álgebra, el sistema decimal y el juego del ajedrez.

“Meseta de la Silicona”
Sea por la masa cerebral o por la influencia de Harvard, lo cierto es que India se ha convertido en un “Paraíso del Software”, tal y como apuntaba el lema de Cyber City’97, una feria informática recientemente celebrada en Bangalore. Eran indios los que, por ejemplo, crearon el programa que actualizaba las estadísticas utilizadas durante los Juegos Olímpicos del 92 en Barcelona. También son ciudadanos del país del Kama-Sutra los que han preparado y mantienen el software que permite que los aviones de Swissair o American Airlines se mantengan en el aire. O los que han desarrollado los programas informáticos que utilizan entidades financieras como Citibank, Deutsche Bank o American Express.

Y si hay un sitio en India donde el software ha impactado en el conjunto de la sociedad, ese es Bangalore, el Silicon Plateau (Meseta de la Silicona) del mundo. Esta ciudad situada a más de 1.000 metros de altura, tiene el clima más benigno de India y una amplia población de habla inglesa formada en alguna de sus 51 escuelas técnicas. Bangalore es también un reino de la eficacia: uno de los únicos lugares de India en los que los faxes llegan a su destino y las llamadas de teléfono no se cortan de forma habitual.

Multinacionales como Texas Instruments, Oracle o Novell, que preferían controlar directamente sus propios centros de desarrollo de software, no tardaron en fijarse en Bangalore. El resultado ha sido no sólo una explosión económica y demográfica -Bangalore tiene ahora más de 5 millones de habitantes-, sino también un ataque a la difícilmente permeable cultura india. Bangalore es la única ciudad de este país en la que se puede ir de compras por amplios y relucientes centros comerciales, comer en restaurantes europeos y, sobre todo, ir de copas por bares dignos de cualquier ciudad española.

Los recintos de algunas empresas, como Infosys o Verifone, son auténticos campus copiados de California en los que los empleados pueden reposarse tranquilamente an amplios jardines, echar una siesta o realizar cualquier tipo de deporte. Esta influencia americana está empezando a ocasionar problemas culturales. Así, los periódicos locales reflejaban recientemente el amplio debate social que se está produciendo ante el uso de vaqueros por parte de diversas estudiantes universitarias.

Al parecer, los rectores se habían reunido para tratar de imponer el uso del sari, la tradicional prenda femenina india, en los centros en donde se preparan los futuros bramanes de la ciencia. Y es que la India de hoy, con sus cuerpos bien tapados y sus Marutis de 800 centímetros cúbicos, tiene un enorme parecido con la España de los últimos días de Franco, con sus Seat 600 y las primeras suecas que se ponían el bikini en Marbella.

Crisis
La bonanza económica de Bangalore parece haber llegado a su fin en los últimos meses. La amplia presencia de multinacionales ha provocado una impresionante inflación salarial y una consecuente fuga de cerebros de las pequeñas empresas locales, incapaces de competir en sueldos con sus hermanas extranjeras. Además, el cosmopolitismo de Bangalore contrasta con un Gobierno regional incapaz de cambiarse el chip y de mejorar las saturadas infraestructuras. Los cortes de electricidad son una molestia habitual y las carreteras son las mismas de hace diez años, cuando la población era la mitad.

Las multinacionales están tomando nota y empiezan a instalarse en otras ciudades de India. La francesa Alcatel se ha ido a Madrás y Hughes Software y Polaroid, que desarrolla en India software para cámaras digitales, han elegido un parque industrial cercano a Delhi. Pero la ciudad con más éxito está siendo Hyderabad, también conocida en los ámbitos informáticos como Cyberabad, seleccionada recientemente por la holandesa Baan, Sun Microsystems y por el banco de inversiones neoyorquino DE Shaw, el autor de Juno, un servicio de email gratuito.

A diferencia de su colega de Bangalore, el gobernador de la región en que está enclavada Hyderabad ha conseguido olvidar a Gandhi y se ha fijado en la figura del fin de siglo, Bill Gates. Cuando el presidente de Microsoft estuvo en India durante el mes de marzo, Chandrababu Naidu, el gobernador de Hyderabad, se le acercó, encendió su portátil y le enseñó el programa que ha diseñado para controlar la eficacia de su Ejecutivo y para atraer nuevas inversiones. Dicen que Gates quedó admirado y esa es la razón de que Microsoft haya decidido instalar en Hyderabad una escuela para formar a los ingenieros del software del futuro.

Naidu es ahora un apóstol del liberalismo, especialmente cuando hace referencias al monopolio que afecta al acceso a Internet. Y es que VSNL, la telefónica internacional india, es la única empresa que tiene por ahora licencia para vender el acceso a la red. El monopolio se permite tener unas tarifas que equivalen a la mitad del salario anual de un indio, un servicio técnico demencial y un número de modems tan corto que resulta imposible acceder a Internet en horas normales.

“La magia de Internet no dura lo suficiente para que un indio se haga adicto. Conectarse es ya de por sí una casualidad. Si llega a conectarse, mantener esa conexión durante más de media hora es una cuestión de suerte”, escribía recientemente un periodista de Bombay en un artículo sobre la adicción a Internet. Pese a que la solución a estos problemas es clara, el Gobierno indio lleva un año entero discutiendo las “fórmulas” para liberalizar la provisión de servicios Internet. Mientras unos deshojan la margarita, empresas como IBM, Compuserve o Eunet esperan en el incómodo pasillo de la burocracia india.

Internet y la promoción del software
El que tiene muy claro lo importante que es el desarrollo de Internet es Dewang Mehta, director de Nasscom, la patronal de la industria del sofware: “Hasta ahora no hemos sido capaces de hacer una buena promoción de nuestros productos de software, pero creemos que Internet nos va a permitir venderlos sin tener que dedicar enormes sumas a marketing”. Sin embargo, el director de Nasscom es consciente de la dificultad que supone popularizar la red en India, donde poseer un ordenador es un lujo similar a tener un Mercedes en Europa. El alto precio de las conexiones a la red y de los ordenadores han desarrollado la imaginación empresarial de muchos indios, que han creado, por ejemplo, compañías de “multipropiedad de cuentas de Internet” o “clubes de usuarias de ordenadores” en los que un ama de casa adquiere una computadora y se convierte de la noche a la mañana en empresaria.

Mientras el Gobierno sigue pensando si debe reducir otra vez los aranceles de 40% que afectan a los ordenadores -hace seis años, el arancel alcanzaba el 350%-, Mehta y el club que forman Sun Microsystems y Oracle apuntan a los Network Computers (NC’s) y a la televisión. “Tenemos 90 millones de hogares con conexión a la televisión por cable, que se podrían conectar también a Internet por mucho menos de lo que cuesta comprar un PC”, admite Mehta.

Sun Microsystems, que tiene ya un centro de desarrollo de productos con el lenguaje Java -el que utilizarán los NC’s- en Hyderabad, está haciendo una intensa promocion de Java en los medios de comunicación indios. Por su parte, quince ingenieros indios de Oracle, acaban de concluir el desarrollo del sistema operativo de los procesadores Intel que irán incorporados en los NC’s.

El comercio electrónico es otro de los capítulos que cuentan con una incipiente industria en Bangalore. Cybercash, al igual que Verifone, tiene 80 personas trabajando allí en el desarrollo del protocolo SET para transacciones seguras. A estas dos empresas, se les ha sumado recientemente una filial de Save Smart que pretende desarrollar software para tarjetas de crédito de uso internáutico y para realizar promociones online.

Infosys ha creado también una división para crear productos para Internet y están surgiendo diversas empresas indias que ven oportunidades en este área. “Es posible introducir catálogos comerciales en Internet por un tercio de lo que cuesta en Europa”, dice Shahab Ahmed, director de Cal-Info, una empresa que ha desarrollado un centro de tiendas en la red. Y es que el futuro parece no estar sólo en el software. “Es más barato realizar en India cualquier servicio que requiera utilizar el cerebro, como por ejemplo la introducción de datos al ordenador o la transcripción de fichas médicas”, dice Narasimhan Mandyam, director general de Ampersand, una empresa que realiza productos para intranets.

Los chiringuitos del año 2000
La necesidad de modificar antes del 31 de diciembre de 1999 todos los programas informáticos que no son capaces de diferenciar entre los años 1901 y 2001 está atrayendo un elevado número de divisas hacia India. Este trabajo es especialmente exigente en términos de recursos humanos, ya que es necesario revisar línea a línea todo el software afectado, lo que está creando una inflación salarial en Europa y América, donde el número de ingenieros con capacidad para analizar programas en lenguaje Cobol, el más afectado, es muy escaso.

“Si hace un año revisar una línea costaba 70 centavos de dólar, ahora supone dos dólares y el precio seguirá subiendo hasta más de diez dólares”, dice B.V. Venkatesh, presidente de BFL Software (http://www.bfl.soft.net). A simple vista, el negocio, estimado por Gartner Group en más 300.000 millones de dólares, parece sustancioso en India, donde esos precios se pueden rebajar en un 50%.

El negocio está servido, por lo que no han tardado mucho en aparecer una serie de “chiringuitos empresariales” cuyo único objetivo es formar a un grupo de personas para revisar millones de líneas, al mejor estilo de Henry Ford y sus plantas de montaje de los años veinte. Una de estas empresas es Pentafour Software (http://www.pentafour.com), que está formando a 600 personas en Cobol y sistemas mainframe de IBM. “Cuando acaben de solucionar el problema del año 2000, los dedicaremos a convertir los programas para que funcionen con el euro”, dice V. Chandrasekaran, el director general de esta empresa.

Sin embargo, la mayoría de las empresas del sector no quieren dedicar excesivos recursos al “problema del año 2000”. “No queremos proyectarnos como una empresa consagrada al “mal del milenio” ya que no hay suficiente valor añadido en ese proceso”, explica B. Ramaswamy, director general de Sonata Software (http://www.sonata-software.com), que ha puesto un límite del 30% a sus ingresos procedentes de este capítulo.

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